Como os dije el lunes,
aquí están los relatos presentados
para el tercer concurso.
La inspiración, este bordado,
que a su vez, es el premio:
Dos relatos, preciosos los dos,
que esperan vuestra lectura y vuestros votos.
Hasta el 22 de septiembre podéis votar,
el 23 veremos quien gana.
Disfrutad de su lectura.
Aquí los tenéis:
“Ella”
Ella descansa en su precioso
jardín cada atardecer, la brisa roza su blanca tez, parece no necesitar
nada más, pero... en las perfumadas rosas sólo ve espinas, en los árboles sólo
ve sombra, dónde hay espacio sólo ve soledad.
Ella sueña con lo que habrá
en el horizonte, más allá, donde acaba la mar, quizás allí las rosas no tengan
espinas, quizás no exista la soledad, pero quizás nunca lo sabrá...
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“Fue el paseo…”
El paseo discurría a lo largo de toda la playa
protegido del sol por la sombra de los álamos… cualquiera que fuera la hora del
día o de la noche resultaba grato recorrerlo y dejarse llevar por el ensueño
que provocaba el acompasado vaivén del mar al fondo…
De
entre todas las horas, él prefería las solitarias; le gustaba ver cómo todo
despertaba al primer despunte del alba, sentir cómo hasta los bancos se
mecían en la serenidad de la noche templada y escuchar el borboteo de la fuente
mientras el paseo dormía la siesta…
De
entre todas las flores, ella prefería las clavelinas… le encantaba buscar, con
los ojos cerrados, la chispa de ese aroma que la había acompañado desde niña y
por eso, cada día elegía el camino del paseo y, en la ida y en la vuelta, se
detenía y retenía un momento de clavelina y banco de piedra…
A él lo atrapó el sereno danzar de los
pliegues de su vestido… a ella el brillo de aquellas pupilas en la distancia…
No fue
casual, pero ambos simularon que lo era cuando un día, en la hora del sol
impenitente, él le ofreció su pañuelo junto al borde de la fuente y ella
permitió que aquella seda llevara el agua por la senda de su cuello… no fue el
sol, aunque ambos simularon que lo fuera, el que tiñó las mejillas de ella e hizo
que él, inconscientemente, tirara del nudo de su corbata… no fue ese día,
aunque ambos desearon que lo fuera, fue otro día, fue el paseo junto al mar…
duró una vida…