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martes, 30 de septiembre de 2014

Página 52 (2)

Buenos días.
Hoy toca lectura.
Esta vez tenemos a Álvaro Pombo´
escritor de mi tierruca.
El libro se titula "La fortuna de Matilda Turpin",
fue Premio Planeta 2006
y está editado por  Editorial Planeta S.A.
La página 52 dice asi:

"...dos de la madrugada. Ahí aguantó como pudo. Volvieron a contratarla en el banco al cabo de seis meses. Volvió a ilusionarse. Y el contrato se terminó sin que le hicieran un contrato indefinido. Entonces conoció a Antonio Vega. Entonces, también, se encontró con Matilda, que hacía sus prácticas en el banco. Dio la casualidad de que pasaron casi un mes en el mismo departamento, en créditos documentarios. Matilda recorría los diversos departamentos del banco y todos los compañeros sabían que era una chica rica, que estaba aprendiendo el oficio desde abajo. Matilda y Emilia se cayeron bien. Emilia quedó fascinada: ésta es la sensación de verosimilitud, la sensación de verdad, la impresión de evidencia actual que la remembranza de Emilia ha cobrado de pronto esta noche: nunca había conocido una criatura como Matilda. El glamour de Matilda le pareció a Emilia una cualidad mística de su nueva amiga: no dependía de sus bien cortados trajes, de la habilidad con que hablaba en inglés o en francés, indistintamente, del sentido del humor o de la rapidez con que aprendía los intríngulis del negociado, todos aquellos créditos de importación y de exportación, los Incoterms, el tedioso papeleo. Su habilidad para redactar los teletipos que luego se alineaban como cómicos lacitos por orden de urgencia en una mesa  para ir siendo enviados a sus destinos, los célebres ticker-tapes. Matilda parecía haber nacido en medio de todo aquello. Estaba de buen humor todo el tiempo. Nunca Emilia había conocido a nadie igual. Pasaron los seis meses y Emilia tuvo que volver a la calle. Matilda continuó en el banco todavía. Se reunían a tomar café algunas tardes. Entonces fue cuando hablaron de Simone de Beauvoir, de los proyectos de Matilda. Fue entonces cuando Emilia manifestó su desesperación ante aquella precariedad laboral, que la reducía a la condición de mano de obra casi sin cualificar, sustituible en cualquier momento por cualquiera, a la que podía ilusionarse con promesas laborales que...."

Si os animáis, ¡feliz lectura!

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